Ruta Cuba- España.
8 meses, 14.000 km, 9.300 dólares.
“Si tuviera que hacerlo de nuevo lo volvería a hacer, sin miedo. Lo volvería a hacer con tal de ser libre y que no me juzguen. De ser libre, de poderle dar un futuro a mi hija. Lo más difícil para un ser humano es que llegue un hijo y le diga que tiene hambre.”
Así lo cuenta una pareja de cubanos que prefieren guardar el anonimato y que llegan hace unos meses a Viraventos.
“No hay forma de explicar la emigración hay que probarla porque hablarla es fácil, yo pensaba que era una aventura pero cuando te enfrentas a lo crudo, a lo duro de lo que es ser inmigrante, que no te valoran, que te miran y te dicen “eres un inútil”. La inutilidad mía es porque no tengo papeles acá, pero yo soy un profesional, soy una persona que estudié, yo me prepare en mi país, que no pueda trabajar acá no significa que sea un inútil. Uno aguanta todo eso, traga porque hace falta trabajar, tienes que subsistir, tienes que mantener a una familia… pero nada… las cosas mejoran con el tiempo.”
Al menos 79,5 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares. Entre ellas hay casi 26 millones de personas refugiadas, más de la mitad menores de 18 años.
La mayor parte de la migración llegada a España lo hace a través de canales seguros y legales, y la crisis de la COVID-19 ha puesto de relieve el valor que aportan los trabajadores migrantes y refugiados en la UE . Por ello, deberían aprovecharse al máximo sus contribuciones y su potencial. Sin embargo, el enfoque político y la gestión de España en materia migratoria es inviable, insostenible y, a menudo, tiene consecuencias devastadoras para las personas.